
En octubre de 2018 empezamos a ejecutar el proyecto “De la experiencia al relato común: guía para incorporar la perspectiva feminista a organizaciones de la Economía Social y Solidaria”. En el marco de este proyecto, hemos llevado a cabo un trabajo interno en que el equipo de Almena hemos explorado qué significa para nosotras ser una cooperativa feminista. Ahora queremos compartir reflexiones con otras organizaciones de la Economía Social y Solidaria (ESS), y por eso durante los meses de junio y julio abrimos el debate a través de nuestra web y las redes sociales.
Nuestra reflexión se ha estructurado en cuatro ejes, y es a través de estos ejes que hemos planteado el diálogo. Hoy nos centramos en el cuarto y último eje: Transformación personal y social e incidencia política. En el texto que encontráis a continuación, se exponen las principales ideas que hemos trabajado en este eje. Podéis también leer el texto completo de nuestro relato aquí.
Interseccionalidad: asignatura pendiente
Nuestra cooperativa se define como feminista porque su finalidad última es la transformación social, una mayor justicia en clave feminista. Esta es una coordenada que ha surgido con fuerza en nuestra investigación interna, y es la razón de ser profunda de la cooperativa. Nos unimos en un proyecto colectivo para hacer una mayor incidencia social y política y para poder, de alguna manera, canalizar también parte de nuestro activismo.
¿Pero hasta qué punto somos realmente transformadoras? Sabemos que estamos avanzando en la incorporación de la perspectiva feminista. En algunos aspectos más que en otros, pero estamos avanzando. En cambio, tenemos un tema pendiente con la interseccionalidad.
Somos conscientes de que incorporar una perspectiva interseccional implica trabajar con diferentes ejes de opresión y de privilegio, para desarrollar una mirada antirracista, anticlasista, no LGTBIfóbica o capacitista. Además, sabemos que parte de la transformación pasa por la implicación con el entorno, por ejemplo, siendo sostenibles en la forma en la que consumimos como cooperativa. Cuidar el planeta es una parte esencial de la transformación.
¿Antirracistas?
No nos sentimos nada transformadoras en relación con el antirracismo. Las cuatro socias y las colaboradoras somos todas blancas y europeas, y estamos seguras de que –por mucho que no queramos– tenemos la mirada etnocéntrica, que limita el qué y el cómo de lo que hacemos.
No tenemos claras las soluciones a esta cuestión tan importante, pero sí sabemos que nos falta conciencia, formación y vínculos. Sobre todo, sentimos la urgencia de fomentar alianzas fuertes con organizaciones antirracistas y de mujeres racializadas, para aprender, compartir objetivos y multiplicar esfuerzos.
Incidencia social y política colectiva
Para poder transformar realmente, estamos convencidas que tenemos que partir de nosotros, de nuestra forma de organizarnos, de nuestro propio cambio. Pero no podemos perder de vista la necesidad –paralela e interconexionada– de hacer una profunda incidencia social y política. La incidencia tiene que ser una estrategia pensada colectivamente y en red con otras organizaciones, una estrategia en que los objetivos sean claros y compartidos. Tiene que cultivarse y necesita tiempo para desarrollarse.
Pensamos que como cooperativa tenemos que posar muchos más esfuerzos en la incidencia social y política, como estrategia fundamental para una transformación feminista de la sociedad.
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