Las mujeres que realizan trabajo de cuidados no remunerado alzan la voz contra la precariedad y reclaman derechos laborales como cualquier otro trabajador.
“Querían brazos y vinimos personas”, apuntó Constanza Cisneros, trabajadora del hogar, migrante y activista que reclamó, como todas las participantes convocadas, derechos laborales como cualquier otro trabajador –paro, pensión, sueldos que paguen, por ejemplo, la presencia que se les exige a las internas, bajas laborales, jornadas de ocho horas y derecho a un descanso– ocio, dignidad y el reconocimiento de su labor, casi siempre oculta.